Bufones de las elecciones en Santa Marta

A poco más de un mes para las elecciones regionales en Colombia, hace falta sentarse a analizar quiénes son los principales candidatos a la Alcaldía de Santa Marta. La realidad es que el panorama es deprimente, y no hay mucho que se pueda apoyar, al menos para mí, pues la opción de votar por el menor de los males, que tiene su cuota de validez, no me convence mucho en este caso. Probablemente algunos ni siquiera están seguros de cuántas personas se están postulando a la Alcaldía o a la Gobernación, así que es necesario hacer un corto análisis de cada ámbito de las elecciones.

Empecemos por los candidatos a la Alcaldía, que son los más pertinentes para los samarios de a pie. Aunque son cinco, me enfocaré en los más destacados. No voy a hablar ni de Humberto Caiaffa (Partido de la U) ni de Ricardo Díaz Granados (Partido Liberal), porque sencillamente están ahogados, y no he percibido que tengan el mismo empuje con el pueblo que los otros. Y tampoco son convincentes.

A pesar de lo que las encuestas dicen, me resulta difícil creer que Caiaffa esté por encima de Rubén Jiménez, especialmente porque su campaña ha sido más bien silenciosa. Es posible, claro, que se deba a la fidelidad de los que votaron por la U. En cuanto a Díaz Granados, aun siendo el primero en encuestas no votaría por él, porque sería perpetuar a una dinastía local que no ha sido precisamente buena para Santa Marta. No olvidemos que Juan Pablo, un pariente suyo, tomó en la Alcaldía la pésima decisión de demoler, en vez de restaurar, el famoso Puente José Eduardo Gnecco -conocido cariñosamente por nosotros como el Puente de La Araña- en el centro, con lo cual el cruce de los peatones día a día se ha hecho un infierno, sin mencionar lo que ocurre en época de lluvias. Y eso sólo por mencionar una de tantas decisiones torpes.


Rafael Martínez: candidato del actual alcalde, Carlos Caicedo Omar, por el movimiento Fuerza Ciudadana, y primer lugar en intención de voto en la ciudad. Honestamente, en estos momentos alumbra como el menor de los males. El principal motor de su campaña es continuar con la obra que recién empezó Caicedo. Y claro, el alcalde ha logrado muchas cosas a pesar de que “no lo dejaban trabajar”, como suele decirse. Tal como dice Martínez, “sigamos con el cambio” -seguro les suena esa frase muy semejante al lema que se estuvo repitiendo durante el pasado Festival Distrital de Rock.

De un momento a otro le salieron lentes...

No obstante, no siento que merezca realmente mi voto. Tengo tres grandes problemas con Martínez y su predecesor. El primero es algo que otros ya han criticado antes, y es ese esfuerzo malsano por carecer de una individualidad. Martínez es casi indistinguible de Caicedo en aspecto, tono al hablar y propuestas. Tiene poco que decir aparte de continuar con la labor del actual alcalde, y alguien que tenga que presentar 24/7 el trabajo de otro para pedir el apoyo popular es alguien que encuentro desagradable. ¡Es como cuando los padres quieren vivir sus sueños a través de sus hijos, pero al revés! Sería interesante conocer cuáles son sus propias ideas. ¿Qué va a hacer después de cumplir las obras de Caicedo?

El segundo problema es el asunto de la restauración parcial de las principales avenidas de Santa Marta -muy parcial; restaurar los separadores y poner nueva iluminación no es restaurar una avenida-, que se tradujo en una deforestación masiva de árboles, lo que seguramente ha contribuido al aumento de las temperaturas en la ciudad, y que se ha convertido en la principal crítica -y motivo de campaña- de otros candidatos. De la supuesta reposición que se prometió no se ha avanzado una sola cosa, y en todo caso poco serviría si los árboles son puestos en una zona diferente a las avenidas, pues será diferente su aporte a la ciudad (sin mencionar los inútiles cactus y trinitarias puestos en los separadores). Por otro lado, si de restauración se trata, hay decenas de calles que necesitan pavimentarse, empezando de hecho por la vía frente a la Universidad del Magdalena (de la cual Martínez se vanagloria de haberse graduado), que es una fuente de polvo y basura. Justamente, uno de los mayores problemas de Caicedo es su demora al presentar sus proyectos de desarrollo y retraso al ejecutarlos, y ese es un karma que Martínez tendrá que arrastrar consigo.

El tercer problema es que la Alcaldía no ha sido particularmente respetuosa con el carácter laico del Estado, como se vio cuando ofrecieron un concierto del cantante cristiano Funky, y además mintieron sobre su promoción. Que el alcalde Caicedo haya tenido preferencias por un solo sector de la población habla muy mal de su gestión, y si Martínez es tan semejante a él, realmente no espero que las cosas cambien en su posible mandato. Todas estas cosas me hacen pensar que, por mucho que sea la opción menos mala, esta vez mi criterio pragmático tiene que ceder ante mi criterio ético. No merece mi voto, y seriamente no creo que lo necesite.

Aristides Herrera: candidato por el movimiento Otra Santa Marta es Posible, respaldado además por el Polo Democrático Alternativo. Conocido popularmente como “el man del agua”, o Aquaman, es el segundo en las encuestas de voto a la Alcaldía, a pesar que Martínez prácticamente lo dobla en intención de voto, y otros dos candidatos le respiran en la nuca.

Hasta una gota tiene como símbolo.

¿Qué puedo decir de Aristides que no haya comentado antes? Hasta el momento, no he visto más que un simple populista ridículo, típico de la izquierda mediocre del país. Básicamente, su campaña se ha reducido a dos cosas: resaltar todos los errores de la administración de Caicedo, y prometer solucionar el problema del agua con ideas difíciles de aplicar. Y no olvidemos el ridículo que armó con su oración por los árboles talados. No es de sorprenderse que tenga apoyo del PDA, pues.

Ah, pero hay otros problemas. Desde hace un tiempo ha habido denuncias sobre presión de las directivas de Metroagua para que sus empleados voten por Aquaman. Era de esperarse: Martínez busca terminar el contrato de la empresa, mientras que Herrera prefiere mantenerlo. No es que se pueda culpar necesariamente a Aquaman por esto, pero al menos se esperaría una opinión de rechazo al respecto. En cualquier caso, si Martínez no me parece adecuada elección, este politiquero queda descartado sin miramientos.

Rubén Jiménez: candidato por el Partido Conservador, y el más joven de los aspirantes a la Alcaldía, sin una sola gota de experiencia en la política (cosa nada inusual aquí), y para algunos una segunda ficha de Carlos Caicedo en caso de fracasar Martínez -todo suposiciones, por supuesto-. Y no es nadie por quien deseara votar.

Y apenas es candidato.

Empecemos por el hecho de que pertenece al Partido Conservador. Aun si Jiménez fuera una persona preparada y con experiencia, votar por él es darle espacio a un grupo político de derechistas retrógrados, cosa que no necesitamos aquí. Si creen que mis temores sobre su respeto al carácter laico de su cargo son infundados, les recuerdo que en su campaña ha manifestado “querer bendecir el nombre de Dios” y que una de las razones por las que deben confiar en él es porque teme a Dios. Un candidato serio no debería recurrir a la religiosidad barata como campaña populista; un candidato serio tiene que mantener su credo en el ámbito personal. ¿O en qué podemos confiar los no creyentes?

Y claro, no puedo dejar de mencionar el concierto de Marcos Witt, a quien Jiménez trajo como un “regalo a la ciudad”, sin poner vallas ni subir a la tarima para, supuestamente, dejar claro que no se trataba de un evento político. No seamos ingenuos: ese “regalo” es un acto político de campaña, y uno muy discriminador, pues iba enfocado principalmente a los cristianos, por más que se empeñe en decir que era para todos. Por otra parte, ¡era Marcos Witt! Los que saben del tema me han comentado que sus eventos no son precisamente baratos, ¡y Jiménez logró traerlo a Santa Marta! ¿Realmente alguien se come el cuento de que fue un obsequio sin intenciones al pueblo samario? Por favor. En síntesis, si con Martínez temo que se financien eventos religiosos desde la Alcaldía, con Jiménez es un hecho.

No obstante, la mayor impresión que tengo de la campaña de Jiménez es que se trata de un movimiento por parte de su familia para erigirse como los siguientes caciques de la ciudad. Ya tienen bastante influencia en la ciudad con su constructora; la política sería sólo el siguiente paso -han empezado bien, recurriendo incluso a nuevas formas de politiquería-. Y ya nos han jodido bastante las otras familias como para darle mi voto a la misma porquería.

Si los candidatos a la Alcaldía son deprimentes, en la Gobernación poco hay que decir. Personajes de dudosa reputación y honestidad: Rosa Cotes, de Cambio Radical -esposa del nefasto “Chico” Zúñiga, y tía del “Mello” Cotes, actual gobernador-; Joaquín José “Jota” Vives, del Partido Liberal -miembro de otro cacicazgo ya entrando en decadencia-; y Jorge Luis “el Negro” López, del Centro Democrático -¿hace falta mencionar por qué no votar por él?-. Todos personajes desastrosos, dos de partidos sumamente desprestigiados y el tercero de un adefesio ideológico que presume de ser un partido serio -y afortunadamente en último lugar-. No vale la pena votar por ninguno.

Sobre las elecciones a la Asamblea y el Concejo, tengo mi candidato para el segundo, pero no para la primera. Habría apoyado a Beto Riascos en el Concejo, porque siempre me ha parecido un político más serio, pero en esta ocasión su vagar de partido en partido lo llevó a Opción Ciudadana. Y tendría que estar loco de tarado para darle mi voto a un partido tan corrupto como el antiguo PIN.

Y así termina mi análisis sobre los candidatos en Santa Marta y el Magdalena. Si tienen sus opiniones al respecto, háganlo saber en los comentarios. Si existe un desacuerdo sobre lo expuesto aquí, tómese un momento para reflexionar antes de opinar. Yo no puedo decirle si debe o no votar, pero le sugiero que analice con cabeza fría por quién hacerlo.

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