La ONU y la Mujer Maravilla

Hace aproximadamente dos meses, la ONU, siguiendo una costumbre de usar personajes ficticios en sus campañas, eligió como embajadora honoraria a la Mujer Maravilla, personaje de DC Comics y miembro de la Liga de la Justicia que este mes cumplió 75 años de su creación. La idea era utilizar el ejemplo de mujer luchadora de la amazona de Temiscira a favor del empoderamiento de mujeres y niñas, y en contra de la violencia de género. Una dura misión para la Mujer Maravilla, ¿no es así?


Desafortunadamente, desde que se dio su nombramiento hubo muchas críticas contra el personaje, y recientemente esto hizo mella en el nombramiento. A pesar de que se trataba de una campaña proyectada para el 2017, la ONU decidió que la Mujer Maravilla sería vocera sólo hasta este viernes. Tal resultado fue consecuencia de una campaña que pedía retirar el nombramiento del personaje, ya que supuestamente no era culturalmente incluyente ni sensible, y que su figura sexualizada no era un buen ejemplo en un tiempo en que la cosificación de la mujer es un problema social. Como defensa de esta decisión, el portavoz de la ONU, Jeffrey Brez, argumentó que el nombramiento de personajes ficticios como embajadores de la ONU no suelen durar más de unos meses.

Es un poco complicado darle el tratamiento adecuado a esta polémica, pero intentemos hacerlo. Las objeciones antes que nada. De acuerdo con los críticos del nombramiento, la Mujer Maravilla es un prototipo de chica pin-up: escasamente vestida, con proporciones imposibles, ropa muy ceñida y para colmo con los colores de la bandera de Estados Unidos. Con todos estos detalles en cuenta, pretender darles empoderamiento a las mujeres a través de un personaje ficticio con semejantes cualidades es un despropósito.

¿Tienen razón en estas quejas? En buena parte, sí. Es cierto que la Mujer Maravilla tiene proporciones difícilmente realistas, y su uniforme no deja tanto a la imaginación como muchos conservadores quisieran. De lo primero y lo ceñido del vestido ya he hablado en otra ocasión (¡es una armadura! ¿Qué tan holgado puede ser eso?), aunque debo reiterar que mi pensamiento evoluciona, y si bien quizás el sexismo en los cómics se ha sobredimensionado, aún es una compleja realidad. Lo de la bandera también es cierto; sin embargo, destaquemos que desde New 52 los colores de su armadura se han modificado para evitar ese patrioterismo descarado, así que a menos que se mire a la Mujer Maravilla de antaño, esa crítica no cuela aquí.

Ante tanta crítica, es un poco difícil comprender por qué se eligió a una figura tan controvertida como embajadora de la ONU. Eso sí, que sea ficticia no tiene nada que ver, pues personajes como Winnie Pooh, Campanita y los Angry Birds han sido embajadores anteriormente. Echemos un vistazo.

En primer lugar, por cuestión de impacto cultural. Por doloroso que pueda ser, un personaje de ficción tiene más posibilidades de llegar no sólo a las mujeres adultas, sino también a las más jóvenes, que una ganadora del Nobel de Literatura a la que no muchos conocen, ya sea por el percibido elitismo de dicho premio o por la poca difusión de su obra (esto último no es positivo culturalmente hablando, pero es una discusión aparte). Con más de siete décadas dentro del cómic y la televisión, medios que entretienen principalmente a las jóvenes, la Mujer Maravilla es un símbolo sólido y con un gran alcance en la sociedad, puesto que a pesar de las diferencias culturales entre muchos países, la idea del empoderamiento y la lucha por la igualdad de género es -o debería ser- universal. Finalmente, gracias al trabajo de Gal Gadot como la princesa de Temiscira en la divisiva película Batman v. Superman (lo admito, me gustó mucho más que la sosa Civil War, con todo y los terribles problemas que tuvo), la importancia de su personaje como algo más que la única mujer de la mesa principal de la Liga de la Justicia, y lo que el personaje representa y puede representar vuelve a estar en ruedo.


Porque si algo fue la Mujer Maravilla desde sus inicios (tal como alguna vez lo fue, irónicamente, Barbie) es un ícono feminista, uno con una historia muy interesante y sufrida a lo largo de su vida (pueden leerlo aquí, es un buen análisis). Creada por el psicólogo William Mourton Marston en 1941, el personaje nació como un homenaje a las luchas sociales de las mujeres de la época, y algunas de las experiencias personales de Marston. La Mujer Maravilla era embajadora de su pueblo ante el mundo del hombre, tratando de proteger el frágil equilibrio de la paz mientras instaba a la sabiduría de los pueblos. Como todos los superhéroes de la época, y en su caso era más grave al morir su autor pocos años después de su creación, el personaje sufrió un devastador giro hacia historias más conservadoras y absurdas que afectaron su simbolismo original.

El ascenso y caída de distintas eras en el cómic ha mutado muchas veces al personaje, pero su evolución ha permitido que recupere en gran medida los ideales de justicia e igualdad por los que originalmente luchó. Diana de Temiscira (su nombre real) es un personaje más complejo de lo que puede parecer. Es una guerrera nata, aunque no por ello carente de feminidad: es feroz en la batalla, pero también inteligente y comprensiva. Es noble e inspiradora como Superman, pero también puede ser severa y realista como Batman, incluso más; Kingdom Come, una de los mejores trabajos de DC, hace una excelente contraposición de las personalidades de la Trinidad. Y si hablamos de sus poderes, es perfectamente capaz de darle una paliza a cualquier enemigo que se atreva a enfrentarla, e incluso puede medirse sin problemas al Hombre de Acero y de derrotar a Batman sin gran esfuerzo (aunque claro, casi cualquier superhéroe le partiría la madre a Batman si se molestaran en pelear en serio). Es, efectivamente, un símbolo de la fortaleza del género femenino y su potencial de sobresalir en medio de un mundo masculino sin dejar de ser mujer.


Por supuesto, se hace difícil transmitir esa idea a través de la Mujer Maravilla porque es complicado reconciliar tales conceptos con el arte sexualizado y machista con que ha sido representada en muchas ocasiones a través de los años. No me voy a detener en analizar esto, porque ya dejé enlaces al respecto, aunque veo cierto trasfondo irónico en el asunto. Es decir, la Mujer Maravilla podría ser un gran ejemplo de lo que es el empoderamiento femenino, y podría ser una excelente forma de transmitir mensajes contra la violencia de género; sin embargo, a muchas personas les cuesta poder ver más allá de su figura y su traje.

¿Sería hipocresía por cuestionar su aspecto y no lo que representa, o hay un poco de sentido común al observar cuidadosamente la forma de transmitir un mensaje? Para algunos parece difícil responder tal pregunta, y aunque yo no creo dar una respuesta definitiva, trataré de explicarlo. Como los lectores habituales saben, yo soy crítico de algunas formas en las que se busca transmitir gráficamente un mensaje, y por tanto cosas como bañar en pintura roja a quien viste de piel, protestar en topless, llamar asesino o psicópata a un torero o a un comensal que cena con hamburguesa, o meterse crucifijos en el trasero son estupideces que no comparto de ninguna forma, porque sencillamente no te van a tomar en serio. Y el problema con los grupos que usan este tipo de manifestaciones y protestas no es sólo que la forma en que transmiten sus mensajes sea errónea para su causa, sino que muchas veces sus argumentos son de todos modos muy pobres.

Con un superhéroe como Superman o la Mujer Maravilla esto no ocurre. Está el aspecto gráfico, obviamente, pero no es la herramienta del mensaje: es decir, Diana es una heroína, pero no sabemos los ideales que representa simplemente por darnos cuenta que usa una armadura o que está muy guapa. La Mujer Maravilla, su imagen, no es el mensaje, ni el transmisor del mismo: lo es su historia, sus interacciones con las personas comunes y otros superhéroes. Tales historias e interacciones no son una herramienta inherentemente inconsistente como una protesta en topless contra la cosificación. Ella no llegó a la Liga de la Justicia simplemente por ser mujer, o por ser delgada y bonita: lo hizo por ser una guerrera y una defensora de aquellos que no pueden hacerlo. Creo que con una buena historia, quizás una serie limitada de cómics transmitidos como folleto o un corto animado donde se trataran los problemas que afrontan muchas mujeres hoy en día, y evitando al máximo el fanservice, la campaña podría haber usado a la Mujer Maravilla de forma exitosa, y que la ONU lo desperdició ante el miedo de que la gente sólo se fijara en su figura. Desafortunadamente, por lo visto con la campaña para retirar el nombramiento, parece que ocurrió justamente eso.

Quizás, a la larga, este episodio dejó en evidencia que la Mujer Maravilla no podría haber sido una embajadora adecuada para la campaña que se propone hacer la ONU a favor de la igualdad y el empoderamiento de la mujer. Lo triste es que ocurra por algo tan estúpido como su figura y su ropa. Tratamos de enseñar que el físico no tiene un papel importante en el valor de una persona y sus ideas, pero dejamos de aprovechar un mensaje muy relevante porque nos incomoda el físico de quien lo transmite. ¿No es eso, en sí mismo, un fracaso de lo que intentamos enseñar?

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